miércoles, 20 de junio de 2012

LA HORCA


Nuestra historia comienza hace mucho tiempo atrás, cuando de joven, el padre de nuestro personaje emprendió un viaje a una nueva vida lejos del pueblo en donde nació y con un espíritu de superación, empezó a trabajar arduamente con la mira de emprender un negocio; fue en esos días cuando conoció a su esposa, una gran mujer que lo respaldo en todo lo que el quería emprender.

Su primer y único hijo llegaría junto con su primer negocio, el cual empezó a rendir muchos frutos. Al pasar de los años y con arduo trabajo logro amasar una gran fortuna, todo iba muy bien pero ya entrados los años y cuando su hijo ya era un adulto, su amada esposa partió de este mundo; poco a poco la edad lo fue venciendo y finalmente una temible enfermedad llego a su vida, conciente de que le quedaba muy poco tiempo y a sabiendas que su único hijo era un despilfarrador, jugador y parrandero, lo llamo ya casi en su lecho de muerte.

Cuando su hijo estuvo frente a el, con una de las miradas mas serias de toda su vida le dijo:
--- hijo mío yo estoy a punto de partir de este mundo siguiendo a tu madre, no tienes mas familia, eres mi único heredero y conociéndote bien, se que vas a acabar con toda la fortuna que tanto esfuerzo me a costado, se que tienes problemas con tu estilo de vida y aunque tu madre y yo siempre quisimos hacerte volver en razón, una y otra vez tu volvías a lo tuyo, por eso te he llamado, por que se que acabaras con la empresa, acabaras con las propiedades, acabaras con todas las posesiones de la familia y finalmente se que venderás la casa que tanto amábamos tu madre y yo; y hoy quiero pedirte delante de Dios de quien tanto te he hablado, que cuando llegue ese momento, me hagas una promesa solemne, quiero pues hijo mío, que cuando no te quede nada mas y antes de que salgas de la casa, bajes al sótano y allí encontraras una soga preparada por mi para que te ahorques—

Aquel joven palideció, y todo su cuerpo se estremeció al oír tan serias palabras de su padre y tartamudeando un poco, le dijo:

----eso nunca pasara, nunca llegara ese momento, yo me esforzare para cuidar mi herencia y puedes estar seguro que me hare cargo de tus negocios---
Su padre replico:
--- Se que ahora piensas eso, pero llegado el momento pasara lo que te he dicho, por eso, ¡prométeme! Que harás lo que te digo, ¡promételo antes de que muera!---
Tragando saliva y para no alterar mas al viejo, le prometió solemnemente que haría lo que le había pedido, plenamente convencido de que no pasaría jamás; fue así que finalmente su padre tuvo descanso y días después abandono el mundo siguiendo a su amada esposa.

 El joven, después del duelo empezó a tratar seriamente de portarse bien y sacar adelante la herencia que su padre le había dejado, pero al pasar de los meses no pudo mas y siguiendo a sus amigos, se dejo deslizar nuevamente por los placeres de la vida.

 Y así poco a poco fue perdiéndolo todo, fiestas, amigos, mujeres, malos negocios, apuestas de juego, etc., todo, ¡todo se esfumo! y cuando la casa que había sido de sus padres fue lo ultimo que le quedaba, como un golpe en su cabeza, le vino a la mente la promesa que su padre le había hecho hacer en su lecho de muerte; nunca antes se habia atrevidó de revisar el sótano y ver si era verdad que su padre había preparado tan siniestra escena.

 Un frío recorrió su espalda y una profunda tristeza de muerte lo inundo, las lagrimas brotaron de sus ojos y tomando un poco de aliento se dispuso ir al sótano y ver que era lo que le esperaba; abrió la puerta, bajo por las escaras, encendió la luz y a través de los pequeños destellos que producían aquel viejo foco, fijándose detenidamente, la observo, allí estaba, la horca, rigida, lista, preparada, como retándolo, como invitándolo a una muerte segura, nuevamente un escalofrío lo estremeció y sin mas, inundado por esa misma tristeza de muerte, cayo de rodillas deseando ponerle fin de una vez por todas a ese asunto; mientras tanto, las palabras de su padre martillaban su mente,
---lo perderás todo, todo lo malgastaras---

 Fue allí cuando ya no pudo mas y fijando su mirada hacia el cielo, con un gran clamor le dijo a Dios:
---Oh Señor, si tan solo me dieras una nueva oportunidad yo la aprovecharía!---
Después una pausa, un silencio total, ninguna respuesta; decidido se levanta y con un paso  lento  pero  firme a la vez, camina hacia ese lugar, el final de sus días; sube al pequeño banco, acomoda la soga al cuello, la aprieta un poco y con un suspiro final, sin pensarlo dos veces, salta al vacío…

Los espasmos de la muerte se hacen solo presentes por milésimas de segundo, pues en cuanto salto, también la madera crujió encima de el, y no soportando el peso cediendo, lo lanzo hacia el suelo con violencia, atrás de la madera podrida, un sin fin de billetes, monedas de oro, títulos de propiedad y una hoja blanca, que contrastaba con todo lo demás, se recupero un poco de la caída, observo todo aquello anonadado, y estirándose un poco todavía sin comprender plenamente lo que estaba pasando, tomo la hoja, y ¡sorpresa! ¡era su padre! que habiéndolo preparado todo de antemano, le dejo escrita aquella carta final:

---Querido y amado hijo:
Sabia que llegarías hasta aqui
Y sabia que pedirías una segunda oportunidad.
Aquí esta tu nueva oportunidad.
¡APROVECHALA!---






Se dice que aquel joven se caso, formo una hermosa familia y aprovecho al máximo su “segunda oportunidad”…




Y tu, estas aprovechando la segunda oportunidad que Cristo te dio??







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romanos 8:31



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miércoles, 20 de junio de 2012

LA HORCA


Nuestra historia comienza hace mucho tiempo atrás, cuando de joven, el padre de nuestro personaje emprendió un viaje a una nueva vida lejos del pueblo en donde nació y con un espíritu de superación, empezó a trabajar arduamente con la mira de emprender un negocio; fue en esos días cuando conoció a su esposa, una gran mujer que lo respaldo en todo lo que el quería emprender.

Su primer y único hijo llegaría junto con su primer negocio, el cual empezó a rendir muchos frutos. Al pasar de los años y con arduo trabajo logro amasar una gran fortuna, todo iba muy bien pero ya entrados los años y cuando su hijo ya era un adulto, su amada esposa partió de este mundo; poco a poco la edad lo fue venciendo y finalmente una temible enfermedad llego a su vida, conciente de que le quedaba muy poco tiempo y a sabiendas que su único hijo era un despilfarrador, jugador y parrandero, lo llamo ya casi en su lecho de muerte.

Cuando su hijo estuvo frente a el, con una de las miradas mas serias de toda su vida le dijo:
--- hijo mío yo estoy a punto de partir de este mundo siguiendo a tu madre, no tienes mas familia, eres mi único heredero y conociéndote bien, se que vas a acabar con toda la fortuna que tanto esfuerzo me a costado, se que tienes problemas con tu estilo de vida y aunque tu madre y yo siempre quisimos hacerte volver en razón, una y otra vez tu volvías a lo tuyo, por eso te he llamado, por que se que acabaras con la empresa, acabaras con las propiedades, acabaras con todas las posesiones de la familia y finalmente se que venderás la casa que tanto amábamos tu madre y yo; y hoy quiero pedirte delante de Dios de quien tanto te he hablado, que cuando llegue ese momento, me hagas una promesa solemne, quiero pues hijo mío, que cuando no te quede nada mas y antes de que salgas de la casa, bajes al sótano y allí encontraras una soga preparada por mi para que te ahorques—

Aquel joven palideció, y todo su cuerpo se estremeció al oír tan serias palabras de su padre y tartamudeando un poco, le dijo:

----eso nunca pasara, nunca llegara ese momento, yo me esforzare para cuidar mi herencia y puedes estar seguro que me hare cargo de tus negocios---
Su padre replico:
--- Se que ahora piensas eso, pero llegado el momento pasara lo que te he dicho, por eso, ¡prométeme! Que harás lo que te digo, ¡promételo antes de que muera!---
Tragando saliva y para no alterar mas al viejo, le prometió solemnemente que haría lo que le había pedido, plenamente convencido de que no pasaría jamás; fue así que finalmente su padre tuvo descanso y días después abandono el mundo siguiendo a su amada esposa.

 El joven, después del duelo empezó a tratar seriamente de portarse bien y sacar adelante la herencia que su padre le había dejado, pero al pasar de los meses no pudo mas y siguiendo a sus amigos, se dejo deslizar nuevamente por los placeres de la vida.

 Y así poco a poco fue perdiéndolo todo, fiestas, amigos, mujeres, malos negocios, apuestas de juego, etc., todo, ¡todo se esfumo! y cuando la casa que había sido de sus padres fue lo ultimo que le quedaba, como un golpe en su cabeza, le vino a la mente la promesa que su padre le había hecho hacer en su lecho de muerte; nunca antes se habia atrevidó de revisar el sótano y ver si era verdad que su padre había preparado tan siniestra escena.

 Un frío recorrió su espalda y una profunda tristeza de muerte lo inundo, las lagrimas brotaron de sus ojos y tomando un poco de aliento se dispuso ir al sótano y ver que era lo que le esperaba; abrió la puerta, bajo por las escaras, encendió la luz y a través de los pequeños destellos que producían aquel viejo foco, fijándose detenidamente, la observo, allí estaba, la horca, rigida, lista, preparada, como retándolo, como invitándolo a una muerte segura, nuevamente un escalofrío lo estremeció y sin mas, inundado por esa misma tristeza de muerte, cayo de rodillas deseando ponerle fin de una vez por todas a ese asunto; mientras tanto, las palabras de su padre martillaban su mente,
---lo perderás todo, todo lo malgastaras---

 Fue allí cuando ya no pudo mas y fijando su mirada hacia el cielo, con un gran clamor le dijo a Dios:
---Oh Señor, si tan solo me dieras una nueva oportunidad yo la aprovecharía!---
Después una pausa, un silencio total, ninguna respuesta; decidido se levanta y con un paso  lento  pero  firme a la vez, camina hacia ese lugar, el final de sus días; sube al pequeño banco, acomoda la soga al cuello, la aprieta un poco y con un suspiro final, sin pensarlo dos veces, salta al vacío…

Los espasmos de la muerte se hacen solo presentes por milésimas de segundo, pues en cuanto salto, también la madera crujió encima de el, y no soportando el peso cediendo, lo lanzo hacia el suelo con violencia, atrás de la madera podrida, un sin fin de billetes, monedas de oro, títulos de propiedad y una hoja blanca, que contrastaba con todo lo demás, se recupero un poco de la caída, observo todo aquello anonadado, y estirándose un poco todavía sin comprender plenamente lo que estaba pasando, tomo la hoja, y ¡sorpresa! ¡era su padre! que habiéndolo preparado todo de antemano, le dejo escrita aquella carta final:

---Querido y amado hijo:
Sabia que llegarías hasta aqui
Y sabia que pedirías una segunda oportunidad.
Aquí esta tu nueva oportunidad.
¡APROVECHALA!---






Se dice que aquel joven se caso, formo una hermosa familia y aprovecho al máximo su “segunda oportunidad”…




Y tu, estas aprovechando la segunda oportunidad que Cristo te dio??







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