Nuestra historia comienza hace mucho
tiempo atrás, cuando de joven, el padre de nuestro personaje emprendió un viaje
a una nueva vida lejos del pueblo en donde nació y con un espíritu de superación,
empezó a trabajar arduamente con la mira de emprender un negocio; fue en esos días
cuando conoció a su esposa, una gran mujer que lo respaldo en todo lo que el quería
emprender.
Su primer y único hijo llegaría junto
con su primer negocio, el cual empezó a rendir muchos frutos. Al pasar de los años
y con arduo trabajo logro amasar una gran fortuna, todo iba muy bien pero ya
entrados los años y cuando su hijo ya era un adulto, su amada esposa partió de
este mundo; poco a poco la edad lo fue venciendo y finalmente una temible enfermedad
llego a su vida, conciente de que le quedaba muy poco tiempo y a sabiendas que
su único hijo era un despilfarrador, jugador y parrandero, lo llamo ya casi en
su lecho de muerte.
Cuando su hijo estuvo frente a el, con
una de las miradas mas serias de toda su vida le dijo:
--- hijo mío yo estoy a punto de partir
de este mundo siguiendo a tu madre, no tienes mas familia, eres mi único
heredero y conociéndote bien, se que vas a acabar con toda la fortuna que
tanto esfuerzo me a costado, se que tienes problemas con tu estilo de vida y
aunque tu madre y yo siempre quisimos hacerte volver en razón, una y otra vez
tu volvías a lo tuyo, por eso te he llamado, por que se que acabaras con la
empresa, acabaras con las propiedades, acabaras con todas las posesiones de la
familia y finalmente se que venderás la casa que tanto amábamos tu madre y yo;
y hoy quiero pedirte delante de Dios de quien tanto te he hablado, que cuando
llegue ese momento, me hagas una promesa solemne, quiero pues hijo mío, que
cuando no te quede nada mas y antes de que salgas de la casa, bajes al sótano y
allí encontraras una soga preparada por mi para que te ahorques—
Aquel joven palideció, y todo su cuerpo
se estremeció al oír tan serias palabras de su padre y tartamudeando un poco, le dijo:
----eso
nunca pasara, nunca llegara ese momento, yo me esforzare para cuidar mi
herencia y puedes estar seguro que me hare cargo de tus negocios---
Su padre replico:
--- Se que
ahora piensas eso, pero llegado el momento pasara lo que te he dicho, por eso,
¡prométeme! Que harás lo que te digo, ¡promételo antes de que muera!---
Tragando saliva y para no alterar mas al
viejo, le prometió solemnemente que haría lo que le había pedido, plenamente
convencido de que no pasaría jamás; fue así que finalmente su padre tuvo descanso y días
después abandono el mundo siguiendo a su amada esposa.
El joven, después del duelo empezó a tratar
seriamente de portarse bien y sacar adelante la herencia que su padre le había
dejado, pero al pasar de los meses no pudo mas y siguiendo a sus amigos, se
dejo deslizar nuevamente por los placeres de la vida.
Y así poco a poco fue perdiéndolo todo,
fiestas, amigos, mujeres, malos negocios, apuestas de juego, etc., todo, ¡todo se esfumo! y cuando la casa que había sido de sus padres fue lo ultimo que le quedaba, como un golpe en su cabeza, le vino a la mente la promesa que su padre le había hecho hacer en su lecho de muerte; nunca antes se habia atrevidó de revisar el sótano y ver si era verdad que su padre había preparado tan siniestra escena.
Un frío recorrió su espalda y una profunda
tristeza de muerte lo inundo, las lagrimas brotaron de sus ojos y tomando un
poco de aliento se dispuso ir al sótano y ver que era lo que le esperaba; abrió
la puerta, bajo por las escaras, encendió la luz y a través de los pequeños
destellos que producían aquel viejo foco, fijándose detenidamente, la observo, allí estaba,
la horca, rigida, lista, preparada, como retándolo, como invitándolo a una muerte
segura, nuevamente un escalofrío lo estremeció y sin mas, inundado por esa misma tristeza de muerte, cayo de rodillas deseando ponerle fin de una vez por todas a ese asunto; mientras tanto, las palabras de su
padre martillaban su mente,
---lo perderás todo, todo lo malgastaras---
Fue allí cuando ya no pudo mas y fijando su
mirada hacia el cielo, con un gran clamor le dijo a Dios:
---Oh Señor, si tan solo me dieras una nueva
oportunidad yo la aprovecharía!---
Después una pausa, un silencio total,
ninguna respuesta; decidido se levanta y con un paso
lento pero firme a la vez,
camina hacia ese lugar, el final de sus días; sube al pequeño banco, acomoda la
soga al cuello, la aprieta un poco y con un suspiro final, sin pensarlo dos
veces, salta al vacío…
Los espasmos de la muerte se hacen solo
presentes por milésimas de segundo, pues en cuanto salto, también la madera crujió
encima de el, y no soportando el peso cediendo, lo lanzo hacia el suelo con
violencia, atrás de la madera podrida, un sin fin de billetes, monedas de oro,
títulos de propiedad y una hoja blanca, que contrastaba con todo lo demás, se
recupero un poco de la caída, observo todo aquello anonadado, y estirándose un
poco todavía sin comprender plenamente lo que estaba pasando, tomo la hoja, y ¡sorpresa!
¡era su padre! que habiéndolo preparado todo de antemano, le dejo escrita
aquella carta final:
---Querido y amado hijo:
Sabia que llegarías hasta aqui
Y sabia que pedirías una segunda
oportunidad.
Aquí esta tu nueva oportunidad.
¡APROVECHALA!---
Se dice que aquel joven se caso, formo una hermosa
familia y aprovecho al máximo su “segunda oportunidad”…
Y tu, estas aprovechando la segunda oportunidad que Cristo te dio??
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